La izquierda no sé qué piensa, pero a mí no me gusta un pelo. Primero, porque en política, la mujer del César no sólo tiene que ser casta sino parecerlo y la motivación de que esto hace rabiar a la izquierda es una imbecilidad con todos los respetos: hay que ilusionar a cuantas más personas mejor, no sólo jorobar a los del otro lado.
Segundo, Madrid es un sitio lo suficientemente importante como para que tengan más cuidado a la hora de elegir candidatos: hubiera sido preferible caras nuevas, alguien no vinculado a pasadas legislativas.
Tercero, y último, me parece mucho más importante encontrar algo que a largo plazo dé buenos resultados como un programa viable para cumplirlo, personas ajenas a todo lo anterior a ser posible y planes que no pasen por aferrarse al poder.
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