Ya hablamos de esta cuestión aquí. Este artículo en el medio habla precisamente sobre la vinculación entre los terroristas islámicos y una parte de los políticos sudamericanos.
Un somero análisis de los hechos sucedidos en la historia reciente en esta región del mundo son muestra de ello. Ahí está, por ejemplo, la asistencia de Mahmud Ahmadineyad, entonces presidente de Irán, al funeral de Hugo Chávez, en el cual, en un gesto simbólico, besó el féretro del dictador venezolano y declaró que Chávez resucitaría junto con Jesucristo.
Fuera de la anécdota pintoresca, lo cierto es que la relación entre Chávez y Ahmadineyad estaba lejos de ser sólo simbólica. La cesión de un puerto en territorio de Venezuela a la Iranian Offshore Engineering & Construction Company con el objeto de construir una base de misiles en la Península de Paraguaná fue un clara acción de alianza entre ambos Gobiernos.
Por otro lado, la infiltración de células terroristas islámicas vinculadas a grupos de delincuencia organizada y a organizaciones paramilitares de izquierda es una realidad insostenible para la mayoría de los Gobiernos de la región. Según diversos informes desclasificados de la CIA, la conocida Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil es terreno fértil para el crecimiento de este tipo de grupos, que trafican en la zona con armas, narcóticos y blanqueo de capitales.
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